jueves, 25 de junio de 2015

Se busca sitio sin lugar a dudas.

Tengo una duda, ¿podéis solucionarla?:
¿Puede uno enamorarse cuando no hay una chica de por medio? Porque no querría liarla ahora, imagínate, enamorarte de un sentimiento, un sentimiento de amor por otro sentimiento, ¡vaya locura! o quizá enamorarte de tu locura o de la locura de otros...
¡Vaya disparate! Enamorarte de los labios que susurran ese disparate, de una mirada, un gesto de manos o una sonrisa.
Poco a poco ves en sus acaramelados ojos cómo se va formando ese sentimiento que no admite definición, pero que es capaz de parar brisas, crear huracanes, y solo por amor al arte aunque si es por amor o temor a helarte, tranquila, que te dejaré mi chaqueta.

Pero los sentimientos son las emociones de cada momento determinado, siendo cada uno único, irrepetible, aquel que jamás volverás a vivir, a sentir.
Por ello enamorarte de un momento es algo mágico, deseable, pues exprimes lo mejor de él y buscas vivirlo al máximo, con satisfacción, sin embargo te obliga a anclarte a él, y eso no es del todo bueno.
Un momento brilla por su diferencia con otros momentos. Un momento es cuando la mierda de cada día queda eclipsada, por una luna que te limpia y ensalza. No puedes aferrarte a un destello,  hay que evolucionar, desarrollarse y buscar un equilibrio en otra lejana estrella.

sábado, 20 de junio de 2015

Blanco de palabras

La poesía no es un río, no es fuego, ni aire, ni las vistas de una montaña, qué va, nada de eso.
La poesía son palabras, palabras, simple y llanamente, bueno... y esdrújulamente, agudamente.
Las palabras en armonía son un cuadro, un cuadrado, algunas inadecuadas como un rectángulo, y otras, empleadas en el momento justo son círculos, perfectas esferas.

Los poemas son dibujos:
Los primeros garabatos, los bocetos, son las desperdigadas ideas, a la espera de ser colocadas en su sitio.
El dibujar, afinar, rematar, la composición.
Darle color es añadir trocitos de tu vida a ese poema, quizá no conozcas nada del escritor, no sabes qué son sus poemas o dibujos; sin embargo todos percibimos los colores nítidamente de un dibujo, percibimos la vida de un poeta en sus composiciones.
Pero añadiría algo más, un elemento siquiera visible, el "por qué", el "para quién".

Sinceramente creo que quien escribe es por una causa, para desahogarse, para hacer disfrutar a otros, para tratar de entender mejor lo que siente... Pero nunca para tener una insulsa producción literaria, la poesía prevalece pura y casta en ese sentido.
En la inmensa mayoría de los casos hay un "para alguien" no puedo afirmarlo para todos, pues no he leído todo ni soy quien lo ha escrito, el único confidente entre la tinta y el papel.
Ese "para quien" a veces es decisivo, impulsivo, arrollador, demoledor.

Un poema de amor no es nada sin una imagen en tu cabeza de sus ojos, sus labios, sus manos, su mirada, su sonrisa, sus gestos.

Algunas veces mis poemas son para un pelo rubio, en que dejo de ser rojo por ser de ese color, otras me centro en su cercana boca y en momentos nunca vividos, últimamente algo me ha rondado por la cabeza, ojos salvajes verdes y el pelo de una leona.
¿Qué sería de mis escritos sin una imagen? Un dibujo mudo, sin color, sin pulir, sin vida, sin garabatos iniciales, sin los ilusionados preeliminares, sin un trasfondo.

Nada.


Exactamente lo mismo que yo sin la poesía.

martes, 2 de junio de 2015

'Eldeva

Vivo con el temor de que mi traicionera mente me engañe y me venda a un recuerdo o a un pensamiento.
Vivo atemorizado de poder doblar una esquina… de papel, y encontrarme escribiéndola.
Vivo temerosamente por si en algún momento me planteo de verdad el pensar en ella, plantearme los “y si…” creyéndomelos de verdad, y sintiéndolos míos.

Vivo, y no sé si se puede llamar temor a aquello que sientes cuando has encontrado, nacido de la más absurda situación, lo que llevabas buscando tanto tiempo.

Vivo desviviéndome por esos ojos azules, vivaces, inteligentes, cómplices que me dan vida, ideas y complejidad, que no complicidad.
Vivo sin vivir en mí por el roce de esas manos, de esos finos dedos con heridas acompañando a las uñas, pues no puede dejar de comerse esas pielecillas.
Vivo y revivo vívidamente el olor de su pelo, largo, y como un barullo que siempre reposa en su espalda, obligándola a ocultar sus alas y sin dejarla alzar el vuelo pues yo la necesito, aquí, a mi lado.

Vivo ilusionado, pues a cada momento me doy cuenta de lo incierto que me depara el futuro, ¿pero para que le pienso? Si para que pueda sentirlo debo pasar este pasadizo de incertidumbre penosa pero particularmente armoniosa y parte del todo, que parte cuando coge ese tren, que le lleva al páramo del arte, del teatro que te parte en dos con esa voz quebrada por el paso de la pura fortuna azarosa y quizá por el olor del azahar, de nuevo, su pelo.
Vivo iluso, hado de ignorancia, creyendo fielmente que con no pensarla la olvidaré, y ya me ves, escribiéndola para dejar constancia de que esto pasó una vez, y con el más firme deseo de no querer hacerlo, pero finalmente rindiéndome a ello, pues el que lleva la sangre a mis, deseosas por escribir, manos es el corazón, no el cerebro.
Vivo ilusiones, en que fugazmente deslizan por mis ojos que no aceptan visitas, unas imágenes de sentidos, unos recuerdos de un pasado que inmortalizaría, haría etéreo, eterno, inmutable, inmune al dolor, imperecedero y para dos pasajeros en la neblina que llamamos vida, en la que tratamos de discernir lo más mínimo y no vemos sino fantasmas de un futuro en el que quizá ni se convierte. Pero no puedo vivir en el pasado, gracias Marta, por ti sé que el pasado nunca vuelve, solo pisa, pasa y pesa, y pensar en el futuro es apostar a ciegas. Vayamos, encarnemos el deseo que no quiero desear, por miedo a perder lo que me ha costado tanto ganar, por miedo a que ese amor no sea lo que busco, por miedo ya no a no tener recuerdos con ella, recuerdos con fecha de caducidad, sino a no tener un presente, y vivan los tópicos, a su lado.


Este presente en el que vivo atemorizado, desvivido e ilusionado.