Pude
haber ido a batalla
y
morir valientemente con la primera bala errante.
Pude
haberme matado en la horca
y
que al menos fuera barato ahogarme en un suspiro.
Pude
haber tomado veneno
y
habría sido fugaz la corrosión de mis entrañas.
Pude
haber esperado a la enfermedad
y
habría sido sencillo ver apagarse cada día mi luz.
Sin
embargo quedé prendado de tu sonrisa,
y
ya solo me queda morir
cobardemente,
a precio
muy alto,
en larga letanía,
siendo
lo más complicado que he
hecho en mi vida,
pero
eso sí,
morir de
amor,
que
cura una vida.
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